Cada vez son más los escritores españoles que publican thrillers interesantes. El caso Galenus es un thriller que no desmerece a lo que puedan publicar allende nuestras fronteras. Alberto Curiel se ha sumado a ese pequeño grupo de escritores que están haciendo sombra a los autores anglosajones tan aficionados a este género gracias a una trama sólida y bien urdida que nos irá desentrañando poco a poco y con mucho gusto.
Para contarnos la historia del libro, Alberto Curiel se busca un ardid que nos hace más interesante su lectura. A un periodista le llega cierta información de un amigo de la infancia sobre la desaparición de ciertos pacientes. La primera y última parte de la novela está escrita en primera persona, contándonos el por qué y los entresijos de la narración. La parte central, la más extensa, es el desarrollo por parte del periodista de la investigación que lleva a cabo para descubrir esos asesinatos. Esta parte está escrita en tercera persona.
El 30% de la población occidental muere de cáncer. La búsqueda de un remedio definitivo para esta lacra de la humanidad hace que muchos laboratorios farmacéuticos gasten ingentes cantidades de dinero para buscar la cura. Los estudios del ADN y del genoma humano son la base de estos estudios. Quien consiga desentrañar la solución de esta enfermedad conseguirá un beneficio económico de proporciones astronómicas. A esto se dedican dos médicos, uno catalán y otro británico de origen coreano de manera un tanto irregular.
Domeñar el cáncer es, en cierto sentido, controlar el envejecimiento de las células, por tanto, la posibilidad de alargar la vida humana hacia límites hasta ahora no conocidos. Es el control de la inmortalidad lo que al final se busca. Un mito que en la literatura ha dado mucho juego y seguirá dando, porque el hombre siempre ha buscado la inmortalidad.
En este juego, unen sus esfuerzos dos personas. Un científico externo de la policía y una directora de Movistar, relacionada con la mujer de uno de los dos doctores, que aparece muerta en extrañas circunstancias, cuyo marido es acusado de haberla envenenado. De esta manera y también gracias a la pista que les dio la mujer de ese doctor, descubren una serie de desapariciones de pacientes.
Con una trama in crescendo, Alberto Curiel no sólo consigue entretener e interesar al lector, sino que le hace partícipe de todo el desarrollo de la investigación. La novela tiene perfectamente definidos a los protagonistas, hasta tal punto de conseguir unas perfectas descripciones de ellos en todos los sentidos. Pero lo mejor de la novela es su final. El autor ha conseguido cerrarla de manera primorosa, dejando al lector con el gusto de haber leído una obra que merece su atención. El camino que Curiel ha emprendido le llevará a mejores logros en el futuro.
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